sábado, 31 de diciembre de 2011

Año viejo.

¿Qué? ¿Que se acaba el año? ¿Y a mi qué?

Bonita excusa para romper la rutina, bonita pero infértil. Como si celebráramos que has pasado la página doscientos del libro de mates, o que se te ha acabado el lápiz.Y van, y celebran algo mucho más tonto... menos real, por lo menos.

Quiero decir, que para mi no ha pasado un año desde “el año pasado”: echo la vista atrás y me entra vértigo de pensar que no puedo acordarme de cómo he pasado de donde estaba a donde estoy. Giras la cabeza y te parece asombroso que haya pasado tanto tiempo y a la vez tan poco.

Tim O’Brien habla de las historias: “Las historias son para altas horas de la noche, cuando no puedes acordarte de cómo pasaste de donde estabas a donde estás.” Mi hermana, me colgó el miércoles la traditional etiqueta:


Todos los papeles se van a quedar sobre la mesa, sí, para el año que viene. Pero me quedan casi seis horas para publicar en el blog las entradas “del año pasado”. Felices, people.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Frío.

Tantas ganas de escribir para acabar ahogándome en un tintero.
Barcelona. Julio 2011
Me cuesta arrancar, pero para compensarlo estoy leyendo mucho y bueno. Por fortuna -aunque me cueste entenderlo- no llega el momento de tirar mis apuntes por la ventana. Un paso más. Así que toca trenzarse el pelo y madrugar, seguir corriendo con los alicates en la mano, aunque haga frío y prefiera refugiarme un poco más lejos.