lunes, 19 de marzo de 2012

Porque me amas.

Ciego estoy en un túnel... Entre los contratiempos que me arrastran soy de repente consciente de la negación con la que rechazo la auténtica vida. Por eso ayer buscaba que alguna lágrima alimentara mi cara reseca y se compadeciera de mi pobreza y mi necedad.  ¿Qué pasa? ¿Has dejado de confiar? ...también ciego estás tú. 
Te das cuenta que detrás de tu pretendida altivez y seguridad, tus alas intentan resquebrajar el muro con que las encierras. Lo siento, me caigo. No sé decir sí, no soy capaz de cambiar. Encuentro argumentos o me doy excusas, me dejo arrastrar, me revuelvo, me miento. Me alejo de la luz. No tengo la respuesta. ¿Sin ti? En el desierto de mi vida, háblame. No, entonces nada puedo. Pero descubrirme así es otro aspecto que me lleva a recomenzar, siempre. Como cristiana, mi vocación es de perdonada, leí hace poco. Por eso, sentirse criatura es la ocasión de decir de nuevo: Hinneni. 



Se hace entonces gozo el descubrir que a pesar de todo -más especialmente en los rumbos perdidos, en las respuestas equivocadas, en la oscuridad escogida- Él permanece fiel. Compartiendo tu vida, dándose como lo ha hecho siempre y llamándote en esos silencios llenos y diciéndote que es por ti, solo por ti.

Y literalmente. La primavera se muere de nuevo, y nace otra vez. Yo andaba perdido y tú viniste por mí. La primavera puede nacer...

domingo, 4 de marzo de 2012

La vida es verde.

Ya lo sabía, lo descubrí el otro día al fotografiar las pinzas de la ropa: la vida es verde.

Es verde como el cielo, como las nubes verdes, como los secretos.


 Es verde como los versos y los besos, como las integrales y la lluvia. Quien me quiera llevar la contraria que se mire al espejo. En el fondo de sus pupilas descubrirá la chispa verde que le mantiene con vida.