miércoles, 4 de mayo de 2011

Ad astra per aspera.

 Ayer en clase, nuestro estimado profesor de literatura incluyó una frase mientras dictaba kilogramos de apuntes, que me hizo despertarme del letargo "soy-una-máquina-y-solo-copio". En realidad no la recuerdo. Venía a decir que el ser humano -incluso pudo que matizara: especialmente los jóvenes- es mediocre por naturaleza. Va y viene a lo fácil y guiándose por una mezcla de instinto y deseo, despreciando lo que cuesta y contentándose con una vida cómoda y sin muchos problemas. Por supuesto no levanté la mano para decir que "mediocre por excelencia"  lo sería él y su generación -que nos ha educado a nosotros-, no solo porque sé que en muchos casos está en lo cierto (me bastó mirar a mi alrededor y contemplar caras adormiladas) sino porque me di cuenta que llevaba unos días marcados justamente por la mediocridad. Sí, además de la indecisión, la pereza y la estupidez, con la mediocridad aumentamos la lista de "cosas importantes que debo cambiar en mi vida". Pero ahí quedó la cuestión y volví a sumergirme en el tranquilo viaje mental mientras copiaba con el piloto automático: con el vago propósito de no olvidar esa frase en latín Ad astra per aspera... "hasta las estrellas a través de la adversidad".
Como no podía ser de otra manera, perdí el tiempo por la tarde y ni me di cuenta de que me seguía dejando llevar por ese "me contento con ir tirando" y viviendo en esa mezcla de pasado y futuro imaginarios que no dan la plenitud al momento presente (es realmente cómodo, para que engañarnos) pero por la noche, imprimí antes de cerrar el ordenador un correo que me había llegado para leerlo tranquilamente en la cama.
Y fue una sorpresa: un texto excepcional, bonito, brillante, acertado, pero mucho más: un mensaje que se me clavó, un puñetazo en el lugar exacto que te deja sin respiración. Fue reencontrar la respuesta, la dirección y el sentido. Ahora solo espero que ese fue se convierta en un ES... un "es" siempre vivo. Y aquí os dejo el texto. Provocador. Fuerte. No apto para mediocres:


                  http://www.focolares.cl/content/node/89


Mientras escribía esto, me he acordado de un texto de J.L. Martín Descalzo:
"Dejadme que os lo diga: me gusta ser cristiano, me encuentro muy feliz de serlo. También muy avergonzado de serlo tan mediocremente. Pero mi mediocridad -por grande que sea- es siempre muchísimo más pequeña que la misericordia y la alegría de Dios. (...) A su luz siempre es primavera."

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